viernes, 20 de noviembre de 2009

¿Cuánto puede el dinero?

Hace ya tiempo que aprendimos que el dinero no puede comprarlo todo. Puede comprar sexo pero no amor. Pero no me refiero a eso hoy. Me refiero a que en un mundo en el que pretendemos guiarnos por ciertos códigos éticos (que cada uno se guisa y cada uno se come) hay cosas que no permitimos al dinero comprar (al menos de manera legal). Este es el caso de los órganos. Se ha establecido un orden de prioridad pública para poder recibir un órgano, objeto que, debido a su gran importancia, no puede ser comprado, sino repartido de la manera más justa y equitativa que un comité de expertos pueda encontrar. Esto es así porque la salud es importante.

Bien. Hemos conseguido sacar las sucias e injustas manos del dinero del tráfico de órganos, a falta de que se acabe con el tráfico ilegal de los mismos, pero mi pregunta va más allá:

¿No es acaso la alimentación o la educación algo igual de importante? Yo pienso que sí.

Deberíamos intentar sacar las sucias e injustas manos del dinero de ahí también, que el hecho de tener más dinero no te ponga en disposición de acceder a mejor alimentación o mejor educación que aquel que no lo tiene. Un estado de derecho debería garantizar la mejor alimentación y educación, así como la sanidad, a todos sus ciudadanos, y si en algún momento existen opciones de mejorar la calidad de estos servicios, venga de donde venga la mejora, ésta habrá de afectar a todos los ciudadanos por igual.

Lo hemos conseguido con los trasplantes de órganos, ¿por qué no ir más allá?

Miguel Blanco Otano