lunes, 12 de abril de 2010

Ojalá

Hace ya más de 10 años de eso, pero recuerdo el momento no como si fuera ayer, sino como si estuviera sucediendo ahora.

Yo había descubierto unas cintas viejas de mis padres en las que aparecía escrito Silvio Rodríguez a un lado, y la música me había encantado. Aquellos eran días en que yo empezaba a tocar la guitarra, y un acorde cualquiera era manjar musical para mí, si era yo el que lo tocaba. En esas cintas empezaba a sonar un tipo de música que hasta el momento estaba un poco ausente de mi vida y que a partir de ese momento empezaría a formar cada vez más parte de mis días, como lo es hoy, que no pasa un rato sin que versos y canciones pasen por mi mente.

Yo tenía esa cinta casi gastada de escuchar el disco "Te doy una canción", pero parece ser que la mejor canción de Silvio aun no la había escuchado. No sé si será la mejor canción, es difícil decirlo con tanto material, pero el caso es que yo aun no había escuchado "Ojalá". Durante días empecé a hacerme una idea sublime de lo que podría ser esa canción, y parecía que me estaba creando más espectativas de las que podrían ser cubiertas debido a los elogíos de ciertos amigos.

Alguien me dejó una cinta en la que se incluía la versión del concierto con Aute "Mano a mano" y llegué a casa, y este es el momento que aun recuerdo con claridad. Puse la cinta en el viejo reproductor de mis padres en el salón, y me senté en el sofá. Sobre un griterío de voces y aplausos empieza a sonar un arpegio al tiempo que cientos de voces corean "Ojalá, Ojalá, Ojalá,..." y comienza a cantar Silvio sus versos. La canción estaba cumpliendo perfectamente las espectativas que yo me había creado. Pero. Pero Silvio se calla y empiezan a sonar esos cientos de voces cantando con tanta claridad y devoción, sobre una de las melodías mejores de la canción de autor, que algo cambió en mi concepción de la música.

Aquí cuento lo que sucedió, pero lo que yo sentí no cabe en simples letras.