A veces es un día entero. Hay días en que a mediodía alguna visita me fuerza a enterrar tu recuerdo. Si tengo suerte aguanto semanas. No toco ni las puntas, ventilo lo justo y vigilo las arrugas como el dragón su tesoro.
Ahí te mantienes tú, aunque no estés. Está tu cuerpo, donde en realidad sólo hay ausencia. Hay un hueco maravilloso y perfecto al que duermo abrazado cada noche.
Tú piensas que es pereza y holgazanería, pero si no hago la cama cada mañana es por recordar tu cuerpo durante las largas horas de tu ausencia.