miércoles, 23 de noviembre de 2016

Corta-pizzas matemático

Pseudopatente nº10

Fecha

Noviembre 2016

Descripción
Una pieza de metal, de aproximadamente 15 cm de diámetro y forma similar al metal usado para marcar ganado, que imprime un sello/corte en el centro de las pizzas (o tortillas, o similares) dejando una marca que permite después continuar el corte y dividir la pizza en las porciones deseadas.

La pieza tendría un sistema similar al de los bolígrafos multicolor, de forma que según qué opción configures, el “sello” será un asterisco con formas diferentes, capaz de imprimir un corte en la pizza de 3, 4, 5 o 7 partes. Las combinaciones entre ellos darán la opción de llegar a configuraciones superiores, como 6, 8, 9, 10, 12, 14, 15, …

Asumimos que el ojo humano es capaz de dividir entre 2 con facilidad, es por eso que contamos con esa opción como posible, para al hacer una rotación en el corta-pizzas, podamos alcanzar las configuraciones descritas.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Busco la gente de mañana

Trump, Farage, Le Pen, Erdogan, Putin, ...

¿En manos de quién está el futuro? Me resisto a creer que en manos de estos personajes. No sé quién vendrá a salvarnos, quizás los héroes del siglo XXI aún no son conocidos, o ni siquiera son mayores de edad todavía. Quizás no son una cara y una voz sino un enjambre de manos, quizás el 15M tenía razón.

¿Quiénes son los Gandhis, los Lech Wałęsa, los Mandela del siglo XXI? Yo no lo sé dónde están ni quiénes son, pero los estoy buscando. Querido Pablo, me acuerdo de ti en este día.

"Busca la gente de mañana
la que tiene en sus manos las olas de la vida".


viernes, 15 de julio de 2016

Eres esclavo

Viva el Betis manque pierda!". Era una frase muy repetida, no sé yo a santo de qué, en mi infancia. Y el caso es que ahora la veo por todos lados, aunque no en su forma original. Veo que en España somos muy de enfundarnos camisetas, y de que nuestro equipo siempre será el mejor haga lo que haga. No nos paramos a ver la sustancia del hecho en sí, sino que sólo nos interesan los protagonistas. Si son de los míos o si son de los otros.

Así, uno puede ser del Betis o del Sevilla, del Barça o del Madrid, de Messi o de Ronaldo, de Nesquick o de Cola Cao, del PSOE, del PP o de Podemos, creyente o agnóstico, ... Uno se hace gregario y en cada equipo ya hay un jefe o capitán que opina por él. Es muy conveniente porque así no tienes que pensar más, y puedes dedicarte a ver la tele o beber cañas. Sin embargo, lleva a que veas a gente de bien defendiendo a defraudadores a Hacienda, a pederastas, a ladrones, a maltratadores, ...

Yo sé que es muy difícil marcarte tu propio camino, es muy angustioso ser tú mismo quien decide, pero es la única manera de vivir. Da miedo poner el pie en un lugar donde nadie antes ha pisado antes, o emitir una opinión sin contrastarla con el vecino de enfrente, pero es la única manera de vivir. El resto, amigos, es ser esclavo.

Miguel Blanco Otano.
Burdeos, julio de 2016.

miércoles, 29 de junio de 2016

No me critiques

Vivo en Burdeos y el otro día me robaron el carro de la compra. Lo dejé junto a las cajas del supermercado y al salir no estaba. Lo había hecho así docenas de veces, pero en esta ocasión desapareció. La única diferencia con las veces anteriores era que ese día el supermercado estaba lleno de españoles debido al partido de la selección contra Croacia en la ciudad. No está bien criticar ni tener esos prejuicios, y menos contra tus compatriotas. Una semana más tarde el equipo pierde ante Italia y se nota una apatía tremenda en los jugadores, pero la gente luce orgullosa su amor al equipo, tratando de evitar criticar a los suyos. El PP gana tras cientos de casos de corrupción y sus fieles se enorgullecen aun sabiendo que les han robado y les seguirán robando. El PSOE toca fondo (por ahora) y se enorgullecen de no haber sido superados por Podemos. Podemos pierde un millón de votos y echa la culpa al Ministerio del Interior.

No somos capaces de aceptar las críticas. Y lo entiendo, es muy difícil. Es muy difícil aceptar las críticas sin ser dañado en el orgullo, en lo más íntimo, sin perder autoestima. Y máxime cuando vivimos en un entorno de total competencia (tanto personal, como profesional, como política) donde cualquier cesión al contrario, cualquier reflexión para aceptar errores y tratar de crecer es vista como una debilidad, siendo entonces devorado por las hienas enemigas.

En general, llevo (llevamos) años reclamando cambiar el entorno de la competencia por la cooperación. Un entorno donde sea posible la reflexión, la crítica (y donde ésta pueda ser aceptada), la conversación, el crecimiento, la aceptación de errores. Un lugar donde no haya que estar en constante lucha por ganar el uso de la palabra y de la razón. Nuestra sociedad necesita empezar a mirarse a sí misma y empezar a crecer. Sólo así podremos salir del hoyo social, político y espiritual en el que nos encontramos.

Miguel Blanco Otano
Burdeos, 29 de junio de 2016.

domingo, 15 de mayo de 2016

Capítulo 2.9

Tras varias negativas, Isidro se había dejado convencer por su padre para celebrar con él el día de su santo. De pequeño solían ir a la pradera de San Isidro y, aunque ni a él ni a su padre les gustaran demasiado, comían entresijos y gallinejas hasta hartarse. Durante años, Isidro estuvo negándose, pero cuando adquirió cierta conciencia entendió que era una cuestión de mantener la unidad familiar y la tradición, más que saciar el hambre o degustar un majar. La única realmente aficionada a esa tradición culinaria era su madre, pero rara vez probaba más que un pequeño bocado. La costumbre familiar comenzaba con un café con porras para su padre, un café con churros para su madre y un chocolate con porras para él, mientras su padre relataba por enésima vez las venturas y desventuras de cuando celebraba San Isidro labrador con sus cuatro hermanos y el abuelo Francisco, labrador toda su vida, en una pradera todavía más grande que la del distrito de Carabanchel. Su madre y él conocían de sobra todos los pormenores de las correrías de aquellos cinco pequeños granujas, y jugaban a terminar las frases de semejantes andanzas. Su padre entraba al trapo e inventaba finales alternativos a sus historias, de forma que ya no era posible saber cuál de las múltiples versiones era la real, si es que alguna lo era.

Hacía ya muchos años que no iban a la pradera a comer gallinejas y entresijos, y esa tradición había sido sustituida por una comida familiar, como la de un domingo cualquiera. Ni los churros, ni el chocolate, ni las historias del padre de familia habían sobrevivido al paso del tiempo. Lo más que llegaban a comentar de aquellos años era la vez en que Isidro se empeñó en pescar uno de esos patos de plástico de colorines que flotaban en una bañera. Cuando por fin lo consiguió, se agarró un berrinche tremendo porque la señora del puesto le quitó el pato y se lo cambió por un peluche. Hasta que no le devolvió el pato de plástico amarillo y se lo pudo llevar a casa, Isidro no se quedó tranquilo.

[...]