De entre todas las noches, elijo la más fría, la más oscura, la más solitaria. Una calle de Brooklyn asolada por el humo de las alcantarillas bajo farolas amarillas que tintinean al ritmo de un tema de Gershwin. Unas solapas de la chaqueta que se suben al tiempo que un suspiro nos recuerda lo que fuimos, y lo que queremos ser.
Elijo la nostalgia, como bálsamo reparador, como elemento imprescindible para la armonía de todo lo que nos rodea.