domingo, 5 de marzo de 2017

El partido del siglo

El césped está ligeramente mojado. La lluvia de por la mañana favorece con claridad al equipo local, que se posiciona como favorito en todas las apuestas, en contra de la opinión de no pocos expertos. Los telediarios nacionales llevan toda la semana hablando de lo mismo. La estrella del equipo local, el delantero brasileño Rui Bento, acaba de sufrir una dura entrada por parte de un defensa del equipo rival. ¿Será el día para Luis Matejón? El joven delantero lleva meses esperando su oportunidad de formar pareja de ataque con Ramón Sanlúcar, con quien tan buen resultado obtuviera en la temporada pasada, cuando el equipo logró conquistar la Copa del Rey. Entre ambos lograron sumar más de 50 goles, y la conexión entre ellos fue portada en diversos medios deportivos.

En efecto, Luis Matejón recibe instrucción de calentar y salta a la banda como un rayo. La grada, que se había quedado muda tras la dura entrada, enloquece al ver que el posible remplazo pueda ser el canterano Matejón. Este realiza energéticas carreras en la banda sin quitar ojo del fisioterapeuta que atiende a su compañero Rui Bento. Los presagios no son positivos. Recibe la orden de despojarse del chándal y en pocos segundos está dando saltos junto al entrenador, atento a las instrucciones de este.

—Mucha presión arriba, chaval —le dice tampándose la boca con la mano—. Están nerviosos y hay que aprovecharlo. Bajas un poco a recibir bola, abres a banda y rápido a colocarte en posición de remate. Un ojo a Ramón y vamos, joder, a por todas.

Luis Matejón recibe una fuerte palmada en la espalda que le hace salir al campo a trompicones. Apenas puede mirar a su compañero Rui para que, aunque sea visualmente, le ofrezca el relevo.

Los primeros minutos se muestra nervioso. Sabe que hoy es un día muy especial. Una mirada cómplice de su compañero y amigo Ramón Sanlúcar le tranquiliza. Se para unos instantes mientras el balón sale por banda. Mira a la grada y respira. Es su momento. Da unos saltos y decide centrarse en hacer lo que mejor sabe: jugar al fútbol. Justo cuando su cabeza vuelve al campo, está recibiendo un balón en corto, recién recuperado por Ramón. Luis, con calma, lo para, mira hacia un lado sin intención de ir hacia allá, sólo dando tiempo a que Ramón inicie carrera en banda. Se la ofrece en profundidad y este llega a la bola con la suficiencia de su larga zancada. Recorta y devuelve a Luis en posición ya de ataque. Aún así dos contrincantes se le echan encima. Aprovechando la velocidad de estos hacia él, les pica la pelota ligeramente en dirección contraria y se planta en la esquina del área grande. Realiza un recorte más y está a punto de alcanzar la línea de fondo. Luis tiene dos opciones: fuerte y raso al primer palo o picarla por encima del portero que sale hacia él como un perro rabioso. Mientras está decidiendo observa como Ramón se posiciona sólo en el punto de penalti. Se la da con el exterior de la bota sin quitar el ojo del portero. Ramón, con toda la paciencia y calma del mundo, manda el esférico al fondo de la red.

El público enloquece. Tanto Luis como Ramón saben que ha sido gracias a una gran jugada del primero, y por eso este último le persigue hacia el córner, donde intenta, sin éxito, tirarlo al suelo para celebrar el golazo. Luis se zafa y corre hacia la grada, donde alguien le ofrece una pequeña caja. Ante la mirada atónita de Ramón, Luis se arrodilla en el suelo delante de él y, abriendo la cajita, le dice:

—¿Quieres casarte conmigo?

Los rumores de su relación habían salido a la luz el pasado verano, cuando fueron descubiertos de vacaciones juntos en un velero en el Mar Egeo. Tras unas primeras semanas de hostigamiento y preguntas constantes de la prensa de todos los colores, la cuestión se había calmado tras el fichaje del brasileño Rui Bento, y la consecuente relegación al banquillo de Luis Matejón.

Ramón, con la cara desencajada, a mitad de camino entre el esfuerzo y la sorpresa, mira a la grada, realmente asustado. El silencio es máximo. El público ha entendido el gesto con claridad. Ramón está a punto de obligar a su amigo a ponerse de pie, temeroso de que se confirme un escándalo internacional que acabe con su prometedoras carreras deportivas. El silencio se interrumpe de pronto con un ruido ensordecedor.

—¡Sí, Ramón! —grita la grada al unísono—. ¡Dile que sí!

Miguel Blanco
Burdeos, febrero de 2017

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Corta-pizzas matemático

Pseudopatente nº10

Fecha

Noviembre 2016

Descripción
Una pieza de metal, de aproximadamente 15 cm de diámetro y forma similar al metal usado para marcar ganado, que imprime un sello/corte en el centro de las pizzas (o tortillas, o similares) dejando una marca que permite después continuar el corte y dividir la pizza en las porciones deseadas.

La pieza tendría un sistema similar al de los bolígrafos multicolor, de forma que según qué opción configures, el “sello” será un asterisco con formas diferentes, capaz de imprimir un corte en la pizza de 3, 4, 5 o 7 partes. Las combinaciones entre ellos darán la opción de llegar a configuraciones superiores, como 6, 8, 9, 10, 12, 14, 15, …

Asumimos que el ojo humano es capaz de dividir entre 2 con facilidad, es por eso que contamos con esa opción como posible, para al hacer una rotación en el corta-pizzas, podamos alcanzar las configuraciones descritas.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Busco la gente de mañana

Trump, Farage, Le Pen, Erdogan, Putin, ...

¿En manos de quién está el futuro? Me resisto a creer que en manos de estos personajes. No sé quién vendrá a salvarnos, quizás los héroes del siglo XXI aún no son conocidos, o ni siquiera son mayores de edad todavía. Quizás no son una cara y una voz sino un enjambre de manos, quizás el 15M tenía razón.

¿Quiénes son los Gandhis, los Lech Wałęsa, los Mandela del siglo XXI? Yo no lo sé dónde están ni quiénes son, pero los estoy buscando. Querido Pablo, me acuerdo de ti en este día.

"Busca la gente de mañana
la que tiene en sus manos las olas de la vida".


viernes, 15 de julio de 2016

Eres esclavo

Viva el Betis manque pierda!". Era una frase muy repetida, no sé yo a santo de qué, en mi infancia. Y el caso es que ahora la veo por todos lados, aunque no en su forma original. Veo que en España somos muy de enfundarnos camisetas, y de que nuestro equipo siempre será el mejor haga lo que haga. No nos paramos a ver la sustancia del hecho en sí, sino que sólo nos interesan los protagonistas. Si son de los míos o si son de los otros.

Así, uno puede ser del Betis o del Sevilla, del Barça o del Madrid, de Messi o de Ronaldo, de Nesquick o de Cola Cao, del PSOE, del PP o de Podemos, creyente o agnóstico, ... Uno se hace gregario y en cada equipo ya hay un jefe o capitán que opina por él. Es muy conveniente porque así no tienes que pensar más, y puedes dedicarte a ver la tele o beber cañas. Sin embargo, lleva a que veas a gente de bien defendiendo a defraudadores a Hacienda, a pederastas, a ladrones, a maltratadores, ...

Yo sé que es muy difícil marcarte tu propio camino, es muy angustioso ser tú mismo quien decide, pero es la única manera de vivir. Da miedo poner el pie en un lugar donde nadie antes ha pisado antes, o emitir una opinión sin contrastarla con el vecino de enfrente, pero es la única manera de vivir. El resto, amigos, es ser esclavo.

Miguel Blanco Otano.
Burdeos, julio de 2016.

miércoles, 29 de junio de 2016

No me critiques

Vivo en Burdeos y el otro día me robaron el carro de la compra. Lo dejé junto a las cajas del supermercado y al salir no estaba. Lo había hecho así docenas de veces, pero en esta ocasión desapareció. La única diferencia con las veces anteriores era que ese día el supermercado estaba lleno de españoles debido al partido de la selección contra Croacia en la ciudad. No está bien criticar ni tener esos prejuicios, y menos contra tus compatriotas. Una semana más tarde el equipo pierde ante Italia y se nota una apatía tremenda en los jugadores, pero la gente luce orgullosa su amor al equipo, tratando de evitar criticar a los suyos. El PP gana tras cientos de casos de corrupción y sus fieles se enorgullecen aun sabiendo que les han robado y les seguirán robando. El PSOE toca fondo (por ahora) y se enorgullecen de no haber sido superados por Podemos. Podemos pierde un millón de votos y echa la culpa al Ministerio del Interior.

No somos capaces de aceptar las críticas. Y lo entiendo, es muy difícil. Es muy difícil aceptar las críticas sin ser dañado en el orgullo, en lo más íntimo, sin perder autoestima. Y máxime cuando vivimos en un entorno de total competencia (tanto personal, como profesional, como política) donde cualquier cesión al contrario, cualquier reflexión para aceptar errores y tratar de crecer es vista como una debilidad, siendo entonces devorado por las hienas enemigas.

En general, llevo (llevamos) años reclamando cambiar el entorno de la competencia por la cooperación. Un entorno donde sea posible la reflexión, la crítica (y donde ésta pueda ser aceptada), la conversación, el crecimiento, la aceptación de errores. Un lugar donde no haya que estar en constante lucha por ganar el uso de la palabra y de la razón. Nuestra sociedad necesita empezar a mirarse a sí misma y empezar a crecer. Sólo así podremos salir del hoyo social, político y espiritual en el que nos encontramos.

Miguel Blanco Otano
Burdeos, 29 de junio de 2016.