lunes, 4 de enero de 2010

Badajoz cultural

Artículo flash back: Publicado en la prensa pacense y extremeña en enero de 2005.

Uno a veces se pregunta si tenemos lo que nos merecemos o acabamos queriendo lo que nos ponen delante sin preguntarnos nada al respecto de lo que vemos.

Badajoz es una ciudad de artistas. En Badajoz hay un gran conservatorio con grandes talentos, hay una carrera de comunicación audiovisual, hay cantaores y guitarristas flamencos, cantantes conocidos en todo el país,… Badajoz es una ciudad cultural.

Yo he tenido la suerte de conocer a mucha de esta gente que en Badajoz vive por y para el arte, y otros que desearían dedicarse a ello de manera profesional. Sin embargo, no me extrañaría que cualquiera de los lectores a los que me dirijo se asombren ante lo que suscribo. Los artistas de Badajoz están silenciados. El mercado es muy competitivo y el dinero es demasiado poderoso para abrirse hueco. Sólo los mejores tienen la suerte de tirar adelante. Las administraciones públicas no hacen todo lo que de ellos cabría esperar.

La comprobación de lo que digo es muy sencilla, déjense caer por los festivales de jazz o cine de la ciudad. Tómense algo en los bares del centro y pongan la oreja a la mesa de al lado, a cada rato hay gente planificando nuevos retos o nuevos proyectos que no conoceremos.

La música, el cine, el teatro, y tantas otras cosas necesitan apoyos. Lamentable y bastante significativo es que el Teatro Menacho haya cerrado para convertirse en una tienda más de la maquinaria consumista textil. Estamos cambiando arte por consumo. Claro que el arte no se consume, se comparte.

Y ahí estamos, viendo como otras salas de la ciudad (véase Espacio Aftasí) o los únicos cines donde se proyecta cine de calidad (Cines Avenida) tienen que cerrar por la falta de apoyos, muy a pesar de tener programaciones de contrastada calidad. Y ahí estamos, viendo como las calles y las casas de Badajoz se inundan de estériles obras de arte.

El ayuntamiento no apoya conciertos en los bares porque se consume alcohol, dejando que los jóvenes vayan a hacer botellón. La Junta de Extremadura pone la cara bonita y la foto de turno, pero poco a la hora de implicarse. Los empresarios no son ONGs que tengan que sacrificarse por los demás. El desamparo flota en el ambiente y quien lo paga somos todos nosotros: artistas y ciudadanos.

¿Qué se puede hacer? Mucho. Apoyar económicamente a las salas que demuestren tener programación de calidad y en las que se apoye a gente joven que empieza. Organizar conciertos de verdad, y no traer al típico grupo de moda una vez al año en la feria de San Juan. Ayudas a la producción musical, audiovisual, teatral,… Abrir espacios de exposición para pintura y la escultura. Facilitar locales de ensayo. Crear programas de difusión de lo que tenemos en otras localidades. Habilitar programas-concurso para motivar a nuevos talentos. Crear circuitos. Y por supuesto, estar abiertos a que nuevas ideas y propuestas puedan llevarse a cabo.

La sociedad de consumo sólo se preocupa de si la gente piratea discos que en el mercado están a 20 euros, cuando el precio justo y adecuado del mismo seguro que no pasa de la cuarta parte. La sociedad que vivimos debiera preocuparse por los artistas de verdad, los que están en sus casas con sus violines heredados o sus cámaras que compraron ahorrando durante seis meses. Los artistas de verdad están en la calle, mezclados con la gente, viviendo entre nosotros, empapados de la sociedad y del vivir cotidiano. Y les estamos dando la espalda. Pero ellos seguirán ahí, porque siempre han sido la conciencia social, la chispa que enciende el motor del progreso. Como decía Miguel Hernández: “Los poetas somos viento del pueblo. Este hoy de pasión, de vida, de muerte, nos empuja todos hacia el pueblo. El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo.” Este último siglo no ha hecho más que empezar, en nuestra mano está seguir con ellos.

Badajoz hierve de cultura, aprovechémoslo.

Miguel Blanco Otano
12 de enero de 2005