Lo que la policía ha desalojado hoy en Madrid no es solo un centro social ocupado. Es mucho más que eso: han desalojado un taller de bicis, una asesoría laboral, un espacio para niños y niñas, una sala de ensayos. Un taller de idiomas, uno de arte, de cuentos, de video. Un laboratorio tecnológico. Un comedor, una cafetería. Etcétera.
Desalojan un espacio en el que se han realizado más de 1.000 actividades puntuales, cientos de charlas, de conciertos, de proyecciones y debates. Un espacio por el que han circulado decenas de miles de personas. Desalojan el espacio que ha sido la sede durante dos años consecutivos del nodo local del Foro Social Mundial. Desalojan un espacio que cuenta con el apoyo de un centenar de entidades sociales, políticas y culturales.
Desalojan también a una comunidad de gentes de esta ciudad que se ha organizado y ha abierto espacios para que otros puedan hacerlo. Que ha lanzado campañas. Que ha defendido iniciativas comunes contra la privatización de la sanidad, de la educación, de la cultura. Que ha puesto contra las cuerdas y ha visibilizado los Centros de Internamiento para personas migrantes en nuestra ciudad. Que ha luchado contra la privatización de la cultura. En fin, que ha ejercido la ciudadanía de forma activa.
Para desalojar eso creían necesario desplegar un montón de lecheras y varias decenas de agentes que han cortado el acceso a todas las calles adyacentes a la calle Acuerdo y al Patio. Como si se tratara de una escena de guerra, avasallando a los vecinos y vecinas (avasallar: sujetar, rendir o someter a obediencia). Han intentado imponer esa obediencia mediante el estado de sitio en el barrio. Pero ni siquiera así van a conseguirlo. Paradojas de la labor policial: todo ese despliegue para luego esperar hasta que la mayoría de la gente saliera del Patio para ir a trabajar y y asaltar a una de esas personas cuando salía por la puerta. Así de "sencillo" ha sido el desalojo del Patio. Todo ese despliegue cuando ahí no había ningún peligroso delincuente, cuando no se ha producido ningún tipo de choque físico entre la policía y quienes allí estábamos defendiendo el Patio. Todo ese despliegue y, sin mebargo, ingenuos, no saben que así no logran desalojar lo que el Patio significa, lo que el Patio es.
De todo eso que desalojan hoy, tras dos años y medio de intentos legales e ilegales, de amenazas y denuncias, lo único con lo que se quedan es con las paredes, los muros y las escaleras. No nos engañamos, sabemos que eso es mucho, porque esas paredes, esas escaleras y ese suelo le son devueltos a alguien que los debió haber perdido hace mucho tiempo: Leopoldo Arnáiz. Eso es lo que perdemos hoy. Eso es lo que nos quitan. Eso es lo que le roban a la ciudadanía de nuestra ciudad.
Pero tampoco somos ciegos. Lo que nos quitan es tan solo eso. No nos quitan el taller, no nos quitan la asesoría, ni los talleres, ni el cine. Nada de eso nos quitan, No nos quitan las cientos de personas y colectivos que de forma activa han expresado su solidaridad estos días, nos han ayudado, aconsejado. Que nos han escuchado y cuestionado.
¿Por qué? Porque todo sus esfuerzos legales e ilegales, todo su despliegue policial, no detienen las iniciativas sociales en esta ciudad. No porque en el Patio sepamos algo que el resto ignore. No porque seamos más listos que nadie. Al contrario, porque sabemos lo que toda la ciudadanía sabe. Que no hay forma de vivir con dignidad si
no es colectivamente. Si no es conquistando y defendiendo nuestros derechos.
La alternativa, hoy más que nunca, es no aceptar la destrucción de todo lo que nos es común.
Aquellos que nos desalojan dicen que estamos en crisis y que son ellos los que la están resolviendo. ¿Cómo? ¿Destruyendo los espacios que pueden defender a la sociedad contra la crisis? ¿Que intentan recomponer un mínimo hilo social? ¿Cómo aceptar el mandato de aquellos ue ante las crisis nos venden cinisimo, oportunismo y miedo? ¿Cómo no denunciar a las administraciones públicas que han hecho posible este desalojo: a la Delegación del Gobierno del PSOE, por llevar a cabo un desalojo que sabían que iba a causar un mal mayor al barrio que el bien que le podía reportar al propiestario del edificio; a la Comunidad de Madrid del PP de Esperanza Aguirre, cómplice de todos los demanes urbanísticos, corruptelas y demás; al Ayuntamiento de Madrid del PP de Gallardón, por su cobardía a la hora de afrontar el porceso de diálogo iniciado con nosotros, por no apostar decididamente por escuchar las demandas ciudadanas, y por imponer un modelo de ciudad que nos desagrada profundamente?
Por eso no vamos a detenernos. Porque sabemos que la solución a esta crisis económica, social y política está en otro sitio. Está en la gente, en la ciudad que se respira por abajo. Está en la defensa apasionada de cualquier espacio creado para que la vida común pueda desplegarse.
Por eso el Patio no está muerto. Ni va a estarlo.
Permanezcamos en sintonía. Aún queda mucho partido.
Firmado: Asamblea del Patio Maravillas