Lo que echo un poco de menos en este debate sobre la "ley de descargas" es empatía (esa gran ausente según Alberto).
Yo estoy en contra de que haya quien esté lucrándose a costa de compartir contenidos que están protegidos por derechos de autor. Hay propietarios de páginas web cuyo único contenido y aporte a esta sociedad son enlaces para descargar películas mal grabadas de un cine y discos sin portada y a los que a veces hasta les faltan canciones. Y la mayoría de los contenidos son protegidos.
Un gran problema, que el comercio justo trata de evitar en alimentación y textiles y que Internet puede atajar en la industria musical y cinematográfica, son los intermediarios. Estas páginas de descargas no son más que intermediarios que están obteniendo un beneficio del trabajo de otros. Todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida con su trabajo, pero con el suyo propio, no con el de los demás.
Valga de aclaración final que cuando hablo de intermediarios no hablo de editores, estos tienen una función clara en el proceso de creación y dudo que su labor sea fácilmente sustituible.