Con la luz en la retina, impregnada, como un tatuaje escrito en urdu, que nadie comprende pero que a todos fascina. Así se queda la luz en mi retina de esos momentos en mitad de la oscuridad, de unos instantes de claridad cegadora, de esa que no te permite bien distinguir lo que fue real de lo que no. Un momento tan brillante como fugaz que te queda con la sensación de: "¿habrá sido real?"
Con esa claridad impregnada en las pupilas salgo de nuevo de viaje buscando mar, buscando sal, creyéndome un viejo marinero cazador de krakens, a la busca de nuevas aventuras, recordando para siempre el canto de bellas ninfas.