La política es un asunto demasiado importante para no ocuparnos de él personalmente. No es un asunto para delegar, así como no lo son el resto de cosas importantes en la vida de cada uno.
No debemos, por tanto, delegar esta tarea en unos pocos que no tienen ni la capacidad ni la voluntad de hacer las cosas por nosotros en la manera que nosotros quisiéramos que fueran hechas.
Debemos, en su lugar, comenzar a tomar las riendas, ser maduros de manera suficiente para hacernos cargo de las cosas de las que sólo nosotros podemos responsabilizarnos. Es una cuestión de responsabilidad y madurez, y de necesidad, que comencemos a implicarnos todos en política y tendamos despacio y sin pausa hacia modelos de política participativa que permitan dar salida a nuestras necesidades, responsabilidades, anhelos y sueños.