Pero ya me he caído más veces. No es verdad que las caídas me hagan tener más miedo. Al contrario. Me hace fuerte el hecho de saber que tras cada caída me levanto más duro y más sabio. Lo único que he aprendido es que quizás me guste mucho más caminar por el monte que viajar en tren.
Pero sí, seguiré subiéndome a los trenes que quiera, cuando me apetezca, sin pasaje, sin equipaje, y con la certeza de que ya sé saltar de un tren en marcha, cuando me lleva a paisajes descoloridos.
Pero sí, seguiré subiéndome a los trenes que quiera, cuando me apetezca, sin pasaje, sin equipaje, y con la certeza de que ya sé saltar de un tren en marcha, cuando me lleva a paisajes descoloridos.
Miguel Blanco Otano.
Madrid, noviembre de 2011.