Cantan las mujeres en la noche,
le cantan a la vida a la ilusión,
a los sueños que ahora vuelan sin cadenas,
a la esperanza aislada en un rincón.
Y brotan cristalinas fuentes de libertad
que se encuentran se confunden en abrazos.
Y van haciendo un río de esperanza.
Y nadie, nadie las detendrá.
Voy a partir la guerra en mil pedazos
en nombre de la vida y el amor,
en nombre de mis hijos que ahora lloran
rezando porque pronto salga el sol.
Y brotan cristalinas fuentes de libertad
que se encuentran se confunden en abrazos.
Y van haciendo un río de esperanza.
Y nadie, nadie las detendrá.
El viento me susurra una sonrisa.
El río no ha parado de crecer.
Cuanto más negra está la fría noche
mucho más pronto está el amanecer.
Y brotan cristalinas fuentes de libertad
que se encuentran se confunden en abrazos.
Y van haciendo un río de esperanza.
Y nadie, nadie las detendrá.
Y nadie, nadie nos detendrá.
Miguel Blanco Otano.
Badajoz, junio de 2002.